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Huo Yuanjia Laoshi, El heroe Chino


Mi afición por las artes marciales y todo lo que las rodea existen desde que tengo uso de razón, todavía recuerdo aquellas grandes tardes de invierno intentando imitar a Bruce lee en el gigante espejo que decoraba la habitación de mis padres en Suiza. Las artes marciales siempre han estado conmigo, consciente o inconscientemente, en lo bueno y en lo malo. Las artes marciales son para mí una mezcla de estados físicos y anímicos los cuales difícilmente podría explicar con palabras o gestos, aunque su presencia fácilmente me recuerda al volar de la mariposa en el estómago cuando alguien siente que está enamorado. Las artes marciales indiscutiblemente influyen en el estado de ánimo del practicante. Cuando estoy feliz; acudo a ellas para mejorar mi persona, mi unión mente cuerpo, y cuando estoy triste o afligido; acudo a ellas para reanimarme y seguir superándome, no solo en el tatami, sino en la vida misma, pues no soy un practicante de artes marciales tan solo cuando voy a la escuela a entrenarme, soy un practicante de artes marciales las 24 horas del día porque ellas me forman e inculcan a medida que pasa el tiempo los mas grandes valores de la vida, poco a poco van puliendo mis lados más oscuros, mis puntos más negativos, solo es cuestión de estudiarlas, de entregarte a ellas, de sentirlas… aunque cueste creerlo, las artes marciales bien enseñadas te hacen entregarte a la paz, al amor, a la humanidad (lean cualquier articulo del gran Morihei Ueshiba), cuando practico artes marciales me siento mejor persona, mejor hijo, mejor novio,… pero claro, tu fuente (sensei, maestro) debe conocer el camino correcto y no guiarte por sendas equivocadas (como pasa en la mayoría de los casos). Con todo esto lo que quiero señalar es que las artes marciales guían a las personas por el camino de la paz y del amor, pues su poder es tan inmenso que fácilmente serían capaces de cambiar el mundo, de ahí a que hoy halla elegido contar la biografía de un hombre que entregado a las artes marciales y guiado por ellas consiguió resucitar de sus cenizas a una gigante y hundida nación como lo fue China durante bastante tiempo; un legendario héroe cuyo nombre todavía produce hoy en día escalofríos entre la población China al ser mencionado, un hombre que logró lo que siempre había parecido imposible; me estoy refiriendo ni mas ni menos que al gran y majestuoso Huo Yuanjia Laoshi, el héroe chino que consiguió lo imposible.

Lo primero que me gustaría destacar de todo esto como buen amante de la historia que soy, es que en un país como lo era China, existía y existe todavía en la actualidad una importante variedad en cuanto a linajes nos referimos (grupos étnicos). De todas las razas existentes en el país por entonces (y en la actualidad), la más numerosa siempre a sido la denominada han, que es la que identifica al pueblo chino propiamente dicho. Todas las demás etnias jamás fueron consideradas “Chinas” dadas las diferencias religiosas, sociales y culturales existentes entre todas las citadas. No obstante, en el siglo XVII y pese a ser una raza minoritaria, serían los manchúes lo gobernadores de China derrocando la dinastía Ming e instaurando una política encaminada a humillar y someter al pueblo chino (Dinastía Qing)), como por ejemplo y muy retratado en diversas películas de Kung Fu (véase Fearless de Li Lianjie) imponer el peinado manchú que consistía en afeitar la mitad frontal de la cabeza y recoger el cabello restante en una larga trenza que caía por la espalda. Todo esto no resulta difícil imaginar lo que supuso para una civilización de 5000 años de antigüedad como la china, con uno de los legados culturales, técnicos y artísticos más fascinantes de la historia. Hasta tal punto es así que los manchúes tuvieron que asimilar la cultura china de cara a poder gobernar el país durante más de dos siglos. Las primeras décadas de la nueva dinastía fueron muy buenas, pero todo cambió radicalmente cuando Inglaterra (con la cual China había establecido relaciones comerciales) dejó de pagar a China sus exportaciones de seda y té con plata, pagando con la droga del opio exportada de sus colonias en la India. Cuando el gobierno manchú se dio cuenta de las fatídicas consecuencias de esta droga en el país, la cual estaba convirtiendo en adictos a gran parte de la población, reaccionó prohibiendo futuras importaciones de opio en el país y exigiendo el pago por sus productos con plata. Así es como surgieron ciertas hostilidades que culminarían en las dos famosas Guerras del Opio (1839, 1856) que claramente ganarían Europa sometiendo al pueblo chino a una política imperialista. A todo esto no tardó en unírsele la política expansionista de Japón con la cual entraría en guerra (Japón quería transformar China en una colonia de su imperio). Todo esto, como puede comprenderse, no hizo sino aumentar el malestar de un pueblo chino, primero humillado por los manchúes, y luego humillado y saqueado por potencias extranjeras. Esto provocó una serie de revueltas (a cada cual más violenta), basadas en el gran odio hacia los japoneses y el rechazo hacia los invasores, unas rebeliones conocidas en occidente como “La Rebelión de los Bóxer” (1900) y promovidas por grandes artistas marciales llamados Yihetuan (Puños rectos y armoniosos) quienes debido a sus grandes ritos marciales se creían inmunes a las armas de fuego. No obstante, las artes marciales también se vieron altamente perjudicadas durante esta dinastía, pues los manchúes, ante el miedo a que los Han (chinos) lograsen restaurar la dinastía Ming, prohibieron completamente (en su quinto año de reinado) el estudio y el entrenamiento de las artes marciales. Cualquiera que fuese maestro o practicase podía ser arrestado, y esto como es de suponer tuvo grandes connotaciones negativas tanto para las artes mismas como para la población, ya que la falta de práctica comenzó a reflejarse en el aspecto de la gente; cada vez más débil y enferma.Como supondréis, tras todo esto la moral de pueblo Chino se hundió, la pobreza y el hambre se agudizaron, y las enfermedades empezaron a ser las protagonistas absolutas de esta dinastía, no obstante, y para gran alivio de los Han, fue en este crítico contexto histórico donde surgió la figura del inigualable Hu Yuanjia Laoshi.

Huo Yuanjia Laoshi nació en 1868 en la aldea de Xiaonanhe (Tianjin) que entonces pertenecía al distrito de Dongguang, en la provincia de Hebei. Era uno de los tres varones de una familia de wushu tradicional (los otros dos llamados Huo Yuanqing y Huo Yuandong); siendo el cuarto de los diez hijos que poseía su padre Huo Endi. Trabajaba como campesino en casa y en un principio su padre, que trabajaba protegiendo las caravanas que se dirigían a Manchuria le negó el aprendizaje debido a su debilidad y a su facilidad en enfermar (pues poseyó la fiebre amarilla). No obstante, Huo Yuanjia jamás se rindió aprendiendo el estilo de la familia (Mizong quan o “boxeo de las huellas perdidas”) espiando a su padre cuando impartía clases a sus hermanos. Fue así como el gran Huo Yuanjia aprendió artes marciales. Un buen día se presentaron en su casa algunos antiguos enemigos de su padre para retarlo a un combate (algunos años antes el padre había trabajado de guardia de seguridad y había evitado que varios delincuentes robasen a su jefe). Ahora por sus dolores reumáticos, el más anciano de la familia Huo era incapaz de luchar, sin embargo, sus tres hijos entrenados por él lucharon en su nombre, pero uno tras otro fueron derrotados. La situación se volvió grave, entonces el joven y enfermizo Huo Yuanjia les hizo frente y los derrotó sin ninguna complicación, dándoles una gran paliza. Después de esto, su padre le enseñó todo cuanto pudo y con el tiempo, el joven Huo Yuanjia llegó a ocupar su puesto, mientras que en lo que a trabajo se refiere acabó trabajando de vendedor y obrero en Tianjin (Comenzó a trabajar en un almacén de plantas medicinales con un amigo que participó en el plan de Sun Yat-sen para derrocar al gobierno de Manchuria. Su sentimiento patriótico se fue acrecentando con el paso del tiempo al relacionarse con estos revolucionarios.) Con el paso de los años, una vez convertido en un Maestro en el arte de su padre (Mizong quan), Huo se ganó una merecida fama como luchador invencible jamás derrotado por ninguno de los que se atrevieron a retarlo durante todo este tiempo. La mayor parte de los conflictos en los que se vio implicado eran desafíos con luchadores extranjeros. Uno de los que tuvo más repercusión fue el de un poderoso luchador de wrestling procedente de Rusia, el cual había insultado a los chinos abiertamente tachándolos de "enfermos de Asia", acto que enojó muchísimo al practicante de la huella perdida quien aceptaría de inmediato el reto. Sin embargo, el ruso, atemorizado por la fama de Hu Yuanjia pidió abiertamente perdón al pueblo chino en los periódicos diciendo que él no era más que un exhibidor de artes marciales ambulante para mantener a su familia. Años más tarde, Huo viajó con su aprendiz Liu Zhensheng a Shanghai para enfrentarse al boxeador Hercules O'Brien, El boxeador recién llegado a China no conocía las reglas de las competiciones de Wushu, y tan sólo sabía las reglas occidentales de boxeo, que consistían en llevar las manos protegidas por unos guantes, y solamente podían pegar de la cintura para arriba, estando prohibido el utilizar los pies. No obstante el Wushu utilizaba ambas partes del cuerpo y no existían limitaciones. El boxeador propuso las reglas de boxeo y de Wrestlin (lucha) occidental, finalmente se llegó al acuerdo en que en cuanto un luchador cayese al suelo se daría el combate por terminado y quien quedase en pie seria el ganador. Aquel día Huo Yuanjia y sus discípulos esperaron durante mucho tiempo, sin embargo el egocéntrico boxeador no apareció. Más tarde se supo que tras enterarse boxeador de la fama de Huo Yuanjia, éste se acobardó y huyó, por ello fue designado como ganador el Maestro Huo Yuanjia. Al día siguiente se dio a conocer la noticia en todos los periódicos, con lo que los orientales recuperaron gran parte de su autoestima. Más adelante se enfrentó a un chino llamado Chang Kwonhu, el cual pudo aprender muchas cosas del gran Hu Yuanjia. Al finalizar este combate el maestro Huo expresó su descontento al tener que enfrentarse con sus hermanos chinos, por lo que señaló que jamás volvería a hacerlo bajo ningún concepto, pues había venidoo a Shangai para competir contra las fuerzas extranjeras, no para luchar contra sus compatriotas, ya que los chinos tenían que ayudarse y unirse contra los opresores, no luchar entre ellos. Tras sus comentarios al respecto las competiciones se detuvieron durante una larga temporada.A pesar de todas estas victorias, el Maestro Huo Yuanjia aún no gozaba de un perfecto estado de salud, sufriendo continuos ataques de ictericia amarilla que hacían peligrar su vida. No obstante, y pese a su crítico estado de salud, además de su fama como experto en artes marciales, y como luchador por los derechos y el honor de su pueblo, Huo Yuanjia pasaría a la historia como el fundador en 1910 de la famosa escuela de artes marciales Jing Wu Men en Shanghai. El objetivo de la escuela era crear un entorno abierto en el que cualquiera pudiera aprender y enseñar artes marciales, en oposición al secretismo tradicional que imperaba en las familias de artistas marciales chinos, los cuales no enseñaban a cualquiera, sino a unos pocos elegidos. La idea era mantener viva la rica tradición marcial que todo este secretismo, así como también los cambios sociales que estaban transformando el país, podían hacer peligrar. Huo Yuanjia era consciente de la necesidad de no sólo practicar en un plano físico, sin también en un plano espiritual y moral, para poder progresar en el arte del Wushu. Esta profunda convicción de que China necesitaba de las artes marciales para poder crecer y volverse fuerte ante la adversidad, junto al apoyo de sus amigos y gran parte de la población de Shanghai, hicieron posible la fundación de la popular escuela.



Li Lianjie interpreto al maestro en su pelicula "Fearless"



Poco después de la fundación de la Sociedad, y por motivos de salud, el gran Hu Yuanjia solicitó los servicios de un conocido doctor japonés, el cual además era uno de los maestros de Judo más prestigiosos y valorados de la Asociación Japonesa de Judo en Shanghai. Esta, tras conocer la fama del maestro Huo, poco tardó en solicitar un enfrentamiento con él. Huo Yuanjia aceptó el reto de inmediato, sin embargo sería su alumno Liu Zhengsheng (uno de sus mejores alumnos) el que se enfrentaría y vencería a un practicante de Judo de la asociación. Esto supuso una deshonra para la entidad nipona quien arremetió contra Huo Yuanjia, sin embargo el maestro de Mizong Quan los derrotó a todos incluyendo al médico maestro. A partir de ahí los japoneses juraron venganza y juraron acabar con la vida del maestro Huo.Poco después de aquellos hechos, la salud del maestro sufrió un gran bajón (según algunos artículos se trataba de tos) por lo que no tuvo más remedio que acudir a la clínica japonesa. Allí le recetaron unos medicamentos, no obstante, Hu Yianjia jamás logró ver mejora en su enfermedad falleciendo a los 70 días de la fundación de la sociedad Jingwu, año 1910. Cuando el famoso doctor japonés abandonó Shanghai tras la muerte de Huo Yuanjia, los alumnos del maestro hicieron analizar la medicina proporcionada, la cual resultó ser un potente veneno.

Fue aquí donde acabó la trayectoria física de uno de los más grandes héroes de toda China, un hombre que fue capaz de remontar la moral de un pueblo chino hundido y avasallado durante muchos años, y es que a pesar de la muerte de Huo Yuanjia, su gimnasio siguió manteniendo sus puertas abiertas y sus discípulos siguieron enseñando y extendiendo su doctrina y enseñanzas por todo el mundo. En 1915, compraron un nuevo edificio, reorganizaron la escuela y la renombraron con el nombre de "Asociación Atlética Jin Wu". Abrieron más clases y mejoraron algunas de las formas, publicaron libros y revistas, muchas provincias abrieron su propia Asociación Jing Wu, en 1918 se abrió una nueva sede de dicha asociación en Hong Kong, en 1920 la Central Jing Wu de Shanghai envío cinco representantes a Singapur y a Malasia, donde dieron espectáculos benéficos, y hoy día existen infinidad de delegaciones del Instituto Jing Wu y de la Asociación que más tarde se fundó en todos los continentes.


Hoy en día, muchos somos los practicantes marciales (y yo entre ellos) que nos seguimos guiando por la moralidad que este gran maestro nos dejó como legado, un legado que representa los años de esfuerzo que dedicó el gran Hu Yuanjia Laoshi en volver a levantar el ánimo de su gente, un legado que todavía preside hoy la entrada de la escuela del maestro y que nunca ningún seguidor olvidaremos: Ama a tu patria, cultiva tu moralidad, mantén la justicia y ayuda a los demás.


Por Ti Maestro.

1 comentario:

  1. valioso rescate de este arte marcial. El maestro huo debera ser recordado en alguna pelicula mas real. asi como algun libro

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